Cuando estaba por terminar el colegio, soñaba con hacer el viaje de egresados a Bariloche. Era una ilusión enorme: planear cada detalle, imaginarme ese viaje con mis amigas... Pero cuando les pregunté a mis papás, me dijeron que no podía ser. Sentí una mezcla de tristeza y desafío, y ahí supe que tenía que encontrar la forma de lograrlo por mí misma.
Decidí emprender con algo que me apasionaba: la ropa. Con apenas $300 que juntamos con mi hermana, compramos unas pocas prendas para vender. Creamos un Facebook, las publicamos, y para nuestra sorpresa, se vendieron rápido. Aunque al principio no ganábamos nada porque reinvertíamos todo, la demanda seguía creciendo, impulsada por nuestro esfuerzo y ganas de ofrecer algo diferente.
Mi mamá, que es diseñadora de indumentaria, me alentó a dar un paso más: “¿Por qué no diseñamos nuestras propias prendas?”. Fue un nuevo comienzo. Hubo momentos de cansancio, dudas y mucho aprendizaje, pero también de emoción y ganas renovadas.
Irina nació de ese sueño, de esa lucha, de ese deseo de crear algo propio y auténtico. Hoy, cuando veo que muchas personas eligen y disfrutan nuestras prendas, siento que todo el esfuerzo valió la pena. Este proyecto es mucho más que moda para mí; es una apuesta a los sueños, hecha con amor y pasión.
Mi primer sueño fue ese viaje a Bariloche, y lo cumplí. Ahora, mi sueño más grande es que Irina siga creciendo y acompañando a muchas personas en sus historias, tal como esta es la mía.
Irina nació de un sueño y crece con cada persona que lo elige ✨